¡Con las infancias no! La inaceptable agresión de presidente a un niño con autismo

En un acto que ha generado un repudio generalizado, el presidente Javier Milei volvió a cruzar una línea en el debate público al atacar directamente a Ian Moche, un niño de 12 años con trastorno del espectro autista (TEA) y reconocido activista por la inclusión y los derechos de las personas con discapacidad.

Este lamentable episodio no solo expone un nuevo nivel de intolerancia, sino que también revela una preocupante deshumanización en el discurso presidencial. Ian Moche, quien a través de sus redes sociales ha logrado visibilizar la realidad del autismo y las barreras que enfrentan las personas con discapacidad, fue blanco de una publicación reposteada por el presidente Milei desde una cuenta de noticias falsas ("Hombre Gris").

En este mensaje, se acusaba al menor de "venir de una familia kirchnerista" y de "operar" en contra del gobierno, insinuando un uso político de la condición de Ian. La publicación original también apuntaba al periodista Paulino Rodrigues. 

Este ataque es particularmente grave por varias razones. Dirigir una agresión pública y política hacia un menor de edad es inaceptable en cualquier contexto. Al repostear un mensaje de una cuenta de noticias falsas y compartir la imagen de un menor, el presidente promueve el discurso de odio y expone directamente a un niño, algo que debe estar protegido de este tipo de escarnio.

La agresión se ensaña con un niño que vive con autismo, una condición que lo hace especialmente vulnerable a estímulos externos y a la desregulación emocional. Esto representa un grave acto de discriminación y estigmatización hacia la comunidad autista y, por extensión, hacia todas las personas con discapacidad. Ni hablar de la ola de seguidores que viralizaron los datos del niño, su dirección e imágenes de su casa quienes buscan de esta manera amedrentar al niño y a su familia, atentando contra su seguridad y la de sus datos privados.

Ian Moche no es un "operador político", sino un activista que utiliza su voz para visibilizar y luchar por los derechos de las personas con discapacidad, algo que es fundamental para una sociedad más justa e inclusiva. La acusación de "operar" busca deslegitimar una causa noble y silenciar la voz de quienes denuncian recortes o falencias en las políticas públicas.

Este incidente se suma a otros episodios donde el presidente Milei ha utilizado lenguaje despectivo o ha tomado decisiones que afectan directamente a las personas con discapacidad, como la reciente restricción de acceso a pensiones por invalidez o el uso de términos ofensivos en otros contextos.

La reacción de diversos sectores políticos, sociales y de derechos humanos no se hizo esperar, condenando la actitud presidencial y defendiendo la integridad de Ian Moche. Dirigentes de distintos espacios políticos, incluyendo algunos cercanos al oficialismo, han manifestado su apoyo al niño, destacando su valioso trabajo en la concientización sobre el autismo.

Este lamentable suceso nos obliga a reflexionar sobre la calidad del debate público y la responsabilidad de los líderes en la construcción de un discurso respetuoso e integrador. Atacar a un niño con autismo por sus ideas o por las de su familia es un síntoma alarmante de una sociedad que, en lugar de proteger a los más vulnerables, los expone y estigmatiza. Es imperativo que se pongan límites claros a la violencia discursiva, especialmente cuando se dirige hacia los más pequeños y quienes luchan por un mundo más inclusivo.