Runrún político en el Concejo: internas libertarias, reciclados del saenzcismo y juramentos de compromiso dudoso

La asunción de los nuevos concejales capitalinos dejó un eco que sigue vibrando en los pasillos del Concejo Deliberante y barrios aledaños. No se trata sólo de la formalidad del juramento, sino del runrún político que quedó flotando tras la sesión: desplazamientos, internas afiladas y viejos conocidos que regresan al ruedo sin que nadie sepa muy bien por qué.

La guerra fría de los libertarios: el desplazamiento silencioso de Laura Jorge Saravia

En silencio, sin estridencias, se consumó un movimiento que ya venía oliéndose desde hace semanas: la relegación de Laura Jorge Saravia dentro del armado libertario por el representante de las Fuerzas del Cielo en Salta, Rodrigo Quinteros, el mismo que protagonizó un acto circense al increpar en la radio a Daniel Murillo.

Jorge Saravia era quien venía sosteniendo la presencia del espacio en el Concejo pero terminó siendo desplazada de los focos por los nuevos bendecidos del sello. El recambio libertario no vino sólo con caras nuevas, sino con un reordenamiento interno que dejó claro quiénes manejan ahora la lapicera.

Mientras los nuevos ediles se sacaban la foto de “unidad”, la realidad era otra: Saravia quedó al margen de la narrativa oficial. En el runrún interno se repite una frase: “la que trabajó, afuera; los recién llegados, al centro de la escena”.

Jura impecable, política desprolija

El Reglamento Interno del Concejo Deliberante ordena que los concejales electos juren ante el presidente provisional, generalmente el edil de mayor edad. Y así fue: prolijidad absoluta, ceremonia impecable, todos siguiendo el libreto institucional.

Pero ese orden formal contrastó con la rosca que se acomodó por debajo. La ceremonia selló en público lo que ya se había cerrado en privado: la distribución de cargos, presidencias y bloques. El reglamento sirve para las fotos; el poder real se negocia en otra mesa.

El saenzcismo reencarnado: vuelta sin gloria al Concejo

Y mientras la interna libertaria se acomodaba, apareció otro detalle que no pasó desapercibido en el runrún político: la llegada de dos ex diputados del saenzcismo al Concejo Deliberante.

Vitín Lamberto —más conocido por su presencia mediática que por su producción legislativa— vuelve al ruedo tras un paso por la Legislatura donde su voz casi no se escuchó.

Lo mismo ocurre con el cantante tropical David Leiva, cuyo mandato como diputado quedó marcado por la ausencia de proyectos relevantes y una performance más bien opaca.

Ambos llegan reciclados, sin pena y sin gloria, confirmando una vieja máxima de la política salteña: la “casta” nunca se jubila, sólo cambia de oficina.

Un Concejo que arranca con ruido

La sesión dejó tres ejes que seguirán alimentando el runrún político de las próximas semanas:

La interna libertaria quedó expuesta, con la relegación de Laura Jorge Saravia como muestra de un rearmado que priorizó acuerdos antes que trayectoria.

La jura formal no tapó la rosca real, donde se definió quién manda, quién habla y quién reparte el juego.

El regreso del saenzcismo reciclado anticipa un Concejo donde algunos nombres aparecen más por supervivencia política que por voluntad de representar a la comunidad.

Mientras tanto, la ciudad espera que, más allá del ruido, las bancas digan algo más que fórmulas de juramento. Porque el runrún político entretiene, pero no tapa baches, no ordena el tránsito ni mejora los servicios. Esa parte, la de gestionar, empieza ahora. Y sin margen para el silencio.