75% y el derecho al ocio: una ventana cruda a la pobreza salteña

General20/09/2025 Nueva obra de José María Martinelli

La nueva obra de José María Martinelli propone un diálogo íntimo entre dos trabajadoras que, en un descanso, terminan desmontando con precisión quirúrgica el relato que maquilla la pobreza en Salta. Estrena online con acceso libre por YouTube y Vimeo.

En “75% y el derecho al ocio”, el ocio no es sólo un deseo: es un derecho discutido —y muchas veces negado— en un contexto donde, según la propia obra, el 75% de la población salteña cae bajo la línea de pobreza. A partir de una conversación cotidiana, la pieza expone la tensión entre cifras oficiales y la experiencia concreta de quienes sostienen la economía con trabajos precarizados, dobles jornadas y tiempo de descanso evaporado.

Con guion y dirección de José María Martinelli, la obra es una libre adaptación de diálogos y entrevistas a personalidades de la izquierda salteña, y apuesta por un dispositivo minimalista para un efecto mayor: dos intérpretes, un descanso y una lección incómoda sobre ingresos, horas trabajadas y la “productividad” como dogma.

“El relato de la ‘no inflación’ se caía mientras veía los precios subir”, sostiene Martinelli. “De la rabia y de charlar con quienes entienden la realidad de nuestra gente nace esta obra: un diálogo íntimo que pone rostro a las cifras y desnuda el costo de vivir en la provincia”.

Voces desde la obra

María Salomón Jure (reparto) confiesa haber quedado “golpeada por tantos ataques” al derecho al ocio: “Si no hay lugar para el ocio, no hay creatividad”.

Silvia Eugenia Rodríguez Terrazas (reparto) vincula su actuación con una biografía de trabajo: “Vengo de una familia laburante que sufre las decisiones tomadas desde arriba. Somos quienes producimos la riqueza y quedamos afuera de las reglas del juego”.

En la música, Migue Rossi elige clarinete procesado y texturas que rozan lo irónico y lo fantasmal: “En mi música siempre está esa nostalgia de pueblo por las desigualdades y los futuros truncos. Componer exige ejercer políticamente el ocio frente a la autoexplotación”.

Una estética directa para un debate incómodo

La cámara y el montaje de Jandabaladá eluden ornamentos; el drone de Mariano Salazar aporta respiración y contexto urbano; la puesta deja que el peso del texto y las pausas abran grietas: lo que parece charla casual deriva en interpelación pública.

Lejos del panfleto, la pieza empuja preguntas: ¿Cuánto se gana? ¿Cuántas horas hacen falta para lo inalcanzable? ¿Quién define el umbral de “productivo” cuando el tiempo de vivir —y de crear— se reduce a rendir?

 
 

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