EDITORIAL | Ajuste, cinismo y futuro: la política en su peor versión

General10/07/2025 Por Ramiro Jiménez
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Mientras miles de argentinos ajustan el cinturón hasta el último agujero, el gobierno nacional sigue apostando a un juego peligroso: el de la timba financiera y la confrontación calculada. Porque sí, se gobierna con números, pero también con enemigos. Y en este caso, los "enemigos" no son los que nos endeudaron, sino los que piden lo básico: coparticipación, obras, educación y salud.

Luis Caputo, el ministro que alguna vez manejó los fondos buitre desde adentro, no supo ni quiso hacer otra cosa que especular. Lo hizo con Macri, lo repite con Milei. El endeudamiento es su zona de confort. La diferencia es que ahora los dólares no abundan, los vencimientos aprietan y la recaudación se desploma como nunca antes. Por primera vez en décadas, la balanza comercial argentina es deficitaria. Exportamos menos, importamos más, producimos poco y hambre sobra.

En este escenario, el presidente Javier Milei, con su manual de guerra cultural y shock permanente, decide enfrentar a los gobernadores. No por necesidad económica —porque el monto que les retacea es mínimo en el presupuesto total—, sino como estrategia política. Al estilo de los líderes populistas de derecha, busca polarizar, victimizarse, construir enemigos internos que sirvan como chivos expiatorios para su fracaso anunciado.

No se trata solo de un ajuste. Es un ajuste con cinismo. Mientras se recortan partidas a las provincias, se blindan con más deuda internacional, nuevos préstamos del BID y del FMI, y una lógica financiera que devora todo a su paso. Nada es producción, nada es desarrollo, todo es inmediatez especulativa.

En paralelo, se cocina en silencio un recambio. No solo institucional, sino también simbólico. El show mediático empieza a coquetear con figuras como Fernando Burlando o Victoria Villarruel. Personajes funcionales a un relato de mano dura, moralismo y banalidad política que seduce a una parte de la población harta de todo. El kirchnerismo, demonizado y desgastado, no logra construir una alternativa sólida, y el peronismo parece en retirada, camino quizás a su peor elección desde la restauración democrática.

¿Y el mundo? En tensión. Estados Unidos se tambalea con su propio déficit y China amenaza con profundizar una crisis global. Argentina, atada como pocas veces al vaivén de estas potencias, sigue sin plan ni autonomía. Seguimos exportando pobreza, importando inflación y comprando tiempo con préstamos que hipotecas futuras generaciones.

Lo más doloroso: el pueblo, una vez más, es espectador pasivo de decisiones que no consulta, de pactos que no entiende y de un ajuste brutal que no eligió. Y lo hace muchas veces sin esperanza, con el único combustible de su enojo contra el pasado.

Milei no inventó la crisis, pero la explota con un talento frío. Caputo no inventó la deuda, pero la administra con la eficiencia de quien ya sabe cómo termina esta película.

La política argentina se juega en una mesa de póker donde solo ganan los que ya estaban adentro. Y los que estamos afuera, los que preguntamos, los que exigimos, los que no nos rendimos, debemos seguir señalando a los responsables. Porque mientras haya ajuste sin justicia, deuda sin desarrollo y cinismo sin límite, el periodismo crítico no puede callar.

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