Olmedo predica sacrificio mientras lo denuncian por explotar a sus empleados

General14/11/2025 Haz lo que digo pero no lo que hago
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Mientras el dirigente libertario Alfredo Olmedo acelera este viernes en la mítica Baja 1000, la carrera más exigente del rally raid mundial, en La Rioja sus empleados lo denuncian por jornadas extenuantes, sueldos por debajo de convenio y falta de pago de horas extra. La “cultura del trabajo” que declama desde los medios parece no correr con las mismas reglas cuando se trata de su propio mostrador.

 La 58ª edición de la Baja 1000 ya está en marcha en Baja California, México. No es un viaje improvisado ni una aventura de fin de semana: es el broche de oro de una temporada internacional que Olmedo no se perdió por nada del mundo.

El equipo del empresario salteño está compuesto por tres binomios: Alfredo Olmedo junto a Daniel López; Tomás Olmedo con Sergio Núñez; y nuevamente Daniel López acompañado de Núñez.

Antes de esta cita, el dirigente ya había corrido todo el calendario pesado: la San Felipe 250, en abril; la Baja 500, en junio;
y la Baja 400 más tarde ese mismo año, todas en California.

Apretada, lo que se dice apretada, es su agenda. Sólo que no está atada a la realidad de ningún trabajador promedio, sino al calendario internacional del rally raid. Mientras tanto, en Argentina, el personaje político vuelve a estar en el centro del debate por la distancia entre lo que dice y lo que hace.

 Olmedo insiste una y otra vez con la “cultura del trabajo”. Le habla al “argentino de bien”, se muestra como ejemplo de sacrificio y suele invitar a quienes lo cuestionan a “agarrar la pala”. El problema es que, cuando se mira su día a día, la pala se parece bastante más a un volante de competición que a cualquier herramienta de laburo en serio.

La contradicción quedó brutalmente expuesta esta semana cuando, en defensa de la reforma laboral, aseguró que los empleados de su hotel “quisieran trabajar 20 horas al día” para sumar propinas y extras. La frase, lejos de pasar inadvertida, cayó como una confesión involuntaria: en su modelo ideal, trabajar 20 horas no es explotación, es oportunidad.

Ese mismo esquema “meritocrático” que impulsa desde los sets de televisión y los estudios de radio parece calcado en su propia empresa. Sólo que, puertas adentro, los que ponen el cuerpo no son los dirigentes que viajan a México, sino los empleados que marcan tarjeta en La Rioja.

 Hotel Naindo: del discurso al expediente

Horas después de esas declaraciones, los trabajadores del Hotel Naindo presentaron una denuncia formal contra Olmedo. Lo acusan de imponer jornadas extenuantes, sin pago de horas extra y con salarios por debajo del convenio.

Los gremios reclamaron la intervención del Ministerio de Trabajo, abriendo un nuevo capítulo de polémica alrededor de un dirigente que pide sacrificio hacia abajo mientras estira su propia agenda entre pistas de tierra y desiertos extranjeros.

La denuncia no sólo pega en la línea de flotación de su imagen empresarial, sino que perfora el corazón de su relato político: ¿qué “cultura del trabajo” es esa donde el sacrificio siempre se le exige al que menos gana?

En la práctica, el mensaje que baja es otro: para los trabajadores, más horas y menos derechos;
para el patrón, más carreras internacionales y menos controles.
 
La doble vara libertaria

La escena es potente: Olmedo compite en la carrera off-road más exigente del mundo mientras en su propio país lo investigan por presunto maltrato laboral. Es la postal perfecta de una época donde el discurso libertario habla de esfuerzo, meritocracia y sacrificio… siempre y cuando lo hagan los otros.

Defender una reforma laboral diciendo que los trabajadores “quisieran trabajar 20 horas al día” no es sólo una frase desafortunada: es la ventana a una concepción del trabajo que naturaliza el abuso como si fuera virtud.

Porque no se trata de un empresario “que se hizo de abajo”, como suele presentarse, que un día se fue de vacaciones. Se trata de un dirigente político que: hace campaña hablando de orden, esfuerzo y cultura del trabajo,
se alinea con un gobierno que propone ajuste y flexibilización, y al mismo tiempo aparece asociado a un esquema de jornadas interminables y salarios recortados en su propio hotel.

La pregunta es inevitable: ¿esa es la “Argentina productiva” que prometen? ¿Una donde el empleador arma la valija para correr en México mientras los empleados hacen malabares para llegar a fin de mes? Porque si de “agarrar la pala” se trata, cada vez parece más claro que, en el modelo de Olmedo, la pala no es para todos. Algunos sólo agarran el volante. Y el resto, como siempre, paga la nafta.

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