Sáenz reordena el gabinete y baja línea: “achicar el Estado”, ejecutar obras y pelear por lo que corresponde

Política15/12/2025 Cambios en el Gobierno
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Tras tomar juramento a nuevas funcionarias y funcionarios del Gobierno de Salta, el gobernador Gustavo Sáenz pronunció un discurso que funcionó, al mismo tiempo, como presentación política de la etapa que viene y como mensaje hacia adentro y hacia afuera del oficialismo: menos estructura, más ejecución, territorialidad en el interior y una narrativa federal con tono de arenga.

En un contexto nacional atravesado por ajuste, disputa de poder y polarización discursiva, Sáenz buscó ubicarse en un lugar que viene ensayando desde hace tiempo: el de un gobernador que reclama recursos sin alineamiento automático con Nación y que se autopresenta como defensor de los intereses salteños por encima de cualquier presidente o partido.

La primera definición concreta fue administrativa, pero con peso político: la decisión de “achicar el Estado”. Sáenz aseguró que el recorte no responde a una consigna ideológica abstracta sino a una necesidad operativa: “hacerlo más eficaz, más ejecutivo”, y remarcó una frase clave que revela el marco de época: “no nos queda otra”.

El mensaje apunta a dos públicos: hacia la sociedad, intenta capturar el sentido común de austeridad; hacia la dirigencia y la burocracia estatal, fija una línea de control interno y rendimiento: menos cargos, más resultados. En el medio, el desafío será demostrar que el ajuste de estructura no se traduzca en debilitamiento de capacidades sino en gestión efectiva.

Interior primero: respuesta a intendentes y legisladores

El gobernador subrayó que los nuevos integrantes del gabinete incluyen “hombres y mujeres del interior” y marcó una prioridad política: que el Ejecutivo esté en condiciones de dar respuestas a intendentes, senadores y legisladores, es decir, aceitar el vínculo con la red territorial que sostiene gobernabilidad en Salta.

En esa frase hay una lectura de poder: el gabinete no es solo un equipo técnico, sino una herramienta de articulación política con el interior, donde se juega la gobernabilidad cotidiana y también la acumulación electoral a futuro.

Obras pendientes y “niña mimada”: el Nodo Logístico

Entre las prioridades de gestión, Sáenz mencionó el Ministerio de la Producción y el Ministerio de Gobierno, y en particular remarcó un proyecto emblemático: el Nodo Logístico, al que llamó “la niña mimada” del ministro de los Ríos. El gobernador fue explícito: “tenemos que ejecutarlo y terminarlo”, junto a “tantas otras cosas” que quedaron pendientes.

La señal es doble: por un lado, continuidad de una agenda productiva e infraestructura; por otro, presión por cumplimiento. Cuando un gobernador menciona obras con nombre propio en un acto de asunción, está marcando qué se evalúa y dónde se medirá la eficacia del nuevo armado.

“Punto medio” y anti-grieta: Aristóteles como dispositivo político

En clave más ideológica, Sáenz planteó que Argentina atraviesa “un país dividido, fragmentado” y “destrozado por el discurso del odio”, con “retóricas fundamentalistas” de un lado y del otro. Citó a Aristóteles para afirmar que “la virtud se encuentra en el punto medio” y llamó a un “reencuentro nacional”.

La apelación al centro no es casual: es un intento de construir legitimidad como dirigente razonable, dialoguista, por fuera de extremos. Pero también funciona como posicionamiento estratégico: sostener un discurso de consenso para ganar margen frente a Nación y frente a oposiciones locales.

Invitación a legisladores y una frase con destinatario electoral

El gobernador renovó el convite a “legisladores nacionales, provinciales”, tanto oficialistas como opositores, y dejó una consigna que busca instalarse como guía moral: “pensemos en las próximas generaciones, no en las próximas elecciones”. Es una línea que intenta diferenciar gestión de campaña, pero también sirve para disciplinar la interna y marcar quién está “a la altura” del momento.

Federalismo con tono de advertencia: “no pedimos limosna”

La parte más fuerte del discurso fue el capítulo federal. Sáenz insistió en que Salta “va a ser la perla del norte” y enfatizó que no pide “que nos den nada”, sino “una mirada federal”: “no pedimos limosna, queremos lo que nos corresponde”. Apuntó contra el centralismo histórico y pidió “mirar hacia el norte”, “recorrer el norte profundo”.

Aquí la retórica se convierte en plataforma: el gobernador se posiciona como vocero del Norte y busca capitalizar políticamente el reclamo de distribución de recursos y atención estatal. No es solo un reclamo administrativo; es una identidad política en construcción.

Cierre de arenga y sello personal: “pelear por los salteños”

En el remate, Sáenz dejó su línea de demarcación más nítida: “yo estoy acá para pelear por los salteños, no por ningún presidente”. Prometió irse “con la frente en alto” habiendo dejado “hasta la última gota” por los derechos de la provincia, y cerró con un llamado al acompañamiento (“no me abandonen”) y un registro religioso (“a él sí le vamos a rendir cuentas”).

El mensaje final es de conducción: orden interno, ejecución de obras clave, narrativa federal y búsqueda de centralidad en un país polarizado. Ahora, el hecho político empieza después del acto: con un gabinete más chico, las promesas se pagan con gestión y con resultados medibles, especialmente en el interior y en los proyectos que el propio gobernador puso sobre la mesa.

Los cambios

Tras la modificación de la Ley de Ministerios, Sergio Camacho asumió la Jefatura de Gabinete, Ignacio Jarsún es el nuevo ministro de Gobierno y Justicia (en reemplazo de Ricardo Villada); en el Ministerio de Producción y Minería fue presentado Ignacio Lupión (por Martín de los Ríos); Oriana Nevora es la nueva secretaria de Gobierno (en cuenta de Paula Benavides, quien pasó a ser secretaría de Vocería y Comunicación); mientras que Javier Mónico asumió en la Secretaría de Justicia (en cuenta de Soraya Dipp) y Gustavo Carrizo en la Secretaría de Minería (por Romina Sassarini). 

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