Chalabe defiendió la actualización automática de los tributos municipales

El jefe de Gabinete municipal, Juan Manuel Chalabe, justificó el incremento en los impuestos asegurando que se trata de una “actualización por inflación” aprobada por el Concejo Deliberante. Sostiene que la nueva fórmula evita el uso electoralista de las tasas, pero abre un debate político sobre el impacto en los bolsillos de los contribuyentes.

El debate por el aumento de los impuestos municipales volvió al centro de la escena política capitalina. Frente a las críticas de vecinos y de sectores opositores que hablan de un “impuestazo”, el jefe de Gabinete, Juan Manuel Chalabe, salió a explicar y defender el esquema vigente, basado en una fórmula de actualización automática atada a la inflación.

“Nosotros lo planteamos desde un principio y lo votó el Concejo Deliberante, que era sincerar el tema de los impuestos”, remarcó el funcionario en una defensa política que busca trasladar la discusión desde la coyuntura del incremento hacia el diseño institucional de la política tributaria municipal.

El funcionario precisó que el esquema no fue inventado en Salta, sino que replica modelos aplicados en otras jurisdicciones. “Tomamos una fórmula que se usa en Ciudad de Buenos Aires y en muchas otras ciudades importantes, que tiene que ver con actualizar los impuestos sobre la inflación. Y se actualizó sobre la inflación”, explicó.

En términos concretos, esto significa que las tasas y tributos municipales dejaron de depender de aumentos puntuales vía ordenanza –generalmente discutidos en clima de tensión política– para pasar a un mecanismo de indexación periódica: si la inflación sube, los impuestos acompañan esa suba de manera casi automática.

Desde el Ejecutivo lo presentan como un “mecanismo objetivo”, pero para quienes reciben las boletas en sus casas el resultado se traduce en incrementos que, en un contexto de pérdida de poder adquisitivo, se sienten como un ajuste más.

Una herramienta para “el Intendente que venga”

Uno de los ejes del argumento de Chalabe es la institucionalización de la herramienta, más allá de la figura del intendente de turno. “¿Qué es lo que generó en cómo se están actualizando los impuestos? Que hoy el Concejo Deliberante o el Intendente, tenga una herramienta, el Intendente, no Emiliano, el Intendente que venga, tenga un instrumento legal que pueda actualizar objetivamente los impuestos”.

La frase no es menor. El jefe de Gabinete busca despegar la decisión de la figura de Emiliano Durand y colocarla en un plano más amplio: una política de Estado municipal que, según su visión, servirá también a futuras gestiones. El mensaje hacia la clase política es claro: el costo de discutir aumentos “a mano alzada” en años electorales queda reemplazado por un sistema que se mueve al ritmo de los índices económicos.

Chalabe también apuntó contra una vieja práctica de la política local: congelar tasas en años electorales y aplicar enormes aumentos una vez pasado el comicio. “¿Por qué? ¿Qué se hacía antes, Dani? Había un año electoral que decía, no, no, pará, no subas los impuestos. Pasa la elección y le meto un bombazo”, sostuvo.

Con ese ejemplo, el jefe de Gabinete intenta instalar la idea de que el nuevo esquema de actualización es, paradójicamente, menos discrecional y más transparente que las decisiones anteriores. “Esto no es antojadizo, insisto, no es antojadizo, no hay que gobernar caprichosamente”, remarcó, buscando cerrar el argumento político: la fórmula sería una vacuna contra el uso electoral de la presión fiscal.

El costo político del “sinceramiento”

Pero el “sinceramiento” tiene su contracara. En un escenario de inflación alta, salarios atrasados y caída del consumo, cada ajuste automático pega de lleno en los bolsillos de comerciantes, profesionales y familias trabajadoras. De allí que la defensa técnica de la indexación conviva con el malestar social por el peso de las boletas municipales.

La oposición y sectores críticos del oficialismo municipal pueden encontrar en este esquema un doble flanco para cuestionar: por un lado, el impacto concreto sobre quienes menos tienen; por otro, la delegación de poder que implica atar la recaudación a una fórmula que se mueve sola, reduciendo el margen de debate político en el Concejo Deliberante.

La discusión no es sólo contable: se trata de quién paga la crisis y con qué herramientas se construye legitimidad en tiempos donde la palabra “ajuste” ya no se pronuncia en voz baja.

Una discusión que recién empieza

La defensa de Chalabe deja en claro que el Ejecutivo municipal no está dispuesto a retroceder fácilmente en el esquema de actualización por inflación. Lo presenta como un avance institucional y una forma de terminar con los “bombazos” post electorales. Sin embargo, en la calle el termómetro es otro: la boleta de impuestos se volvió, una vez más, un documento político.

Entre el discurso del “sinceramiento” y la percepción del “impuestazo” se juega una parte clave de la gobernabilidad local. Y, como el propio jefe de Gabinete señaló, ya no se trata sólo de esta gestión: el sistema que hoy se defiende será también la herencia con la que deberá convivir “el Intendente que venga”.