Voto electrónico y un terrible silencio atroz

General02/06/2024 Maxi Ro
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En el caso del voto electrónico, el silencio de la política salteña es un estruendo en la oscuridad. Casi como aquella cancha del “Silencio atroz”, único título de Oscar Ahumada en 2008. Justamente este es el año para terminar o no con esta pesada herencia urtubeycista.

En 2025 serán diputados y senadores locales con un discurso único: “no se toca el sistema electoral en año electoral”. Sin embargo, estamos a mitad de 2024 y nadie parece interesado en terminar con el fantasmal sistema electoral, que desde 2009 empeora la institucionalidad provinciana. Ni siquiera la alineación rastrera al déficit cero nacional moviliza a los administradores de la cosa pública en la provincia, o sea la “nuestra”.

El poder político local no elimina el costoso sistema electoral de las maquinitas y parece silenciosamente decidido a mantenerlo, mientras somete al pueblo a tarifazos impagables y criminales aumentos del boleto, que lejos están del “justicialismo” que predicaron otrora. Sin dudas que la obsesión ajustadora de las cuentas públicas nada tienen que ver con sostener un voto electrónico, cuyo costo supera en diez veces al más seguro y transparentes de los sistemas electorales del mundo, la bótela única de papel. Ante una provincia jaqueada por la pobreza (65% - 1.000.000 de habitantes) y la indigencia (%21 315.000 habitantes), sostener este carísimo sistema solo nos lleva a preguntarnos: ¿por qué?

¿Qué lleva al gobierno de Gustavo Sáenz a sostener un método poco seguro y tan costoso para la democracia salteña, tanto en dinero, como en resultados sospechosos? 

La respuesta por el momento la tiene el gobernador, quien al parecer intentaría vulnerar la misma Constitución Provincial reformada que impulsó. Por estos días de segundo mandato ya se habla de un tercer periodo “gustavista”, solo basados en la interpretación semántica de la Carta Magna y no en su espíritu de limitación de mandatos, pilar de lo que sería una falsa argumentación reformista. Entonces, ante tanto accionar oscuro, es válido preguntarse si podemos seguir aumentando el colectivo 700% a los empobrecidos salteños, solo para sostener un sistema con perfume de legalidad, pero con fétido olor fraudulento.

El 2023 dejó en evidencia la diferencia brutal de costos entre un sistema seguro y éste, donde siempre gana el oficialismo. Vale señalar la nota de diario El Tribuno de abril 2024, donde informa que en la última elección Córdoba, con 4.000.000 de habitantes, gastó en un sistema seguro cuatro veces menos que Salta, con 1.450.000 habitantes. Es imposible no preguntarse por qué contabilizar cada voto cordobés cuesta hoy unos 300 pesos, contra casi 5000 pesos de un voto salteño. ¿A quién beneficia tan costosa obsesión electrónica?

“En las elecciones de 2023 Córdoba gastó $250 millones y Salta casi $1.000 millones”, afirma el articulo vernáculo. En tal sentido hay que destacar –además de tener tres veces más población mediterránea- que estos costos en pesos se tomaron en marzo 2023, cuando el dólar valía $373, una cuarta parte de los $1200 que hoy cotiza la divisa verde. La elección 2025 a Salta le costaría cuatro millones de dólares, unos cinco mil millones de pesos ($5.000.000.000). Demasiados billetes para tanto vallisto hambreado. En abril pasado el diario de Limache aseguraba que “a un año de las elecciones de 2025, la cartera de Gobierno de Salta ya trabaja en las bases de una nueva ronda de consulta a la que serán convocadas fuerzas políticas para discutir las reglas y el sistema de votación que se utilizarán en esos comicios”. Párrafos optimistas, lejanos de la actualidad política del gobierno de Salta. Sáenz se presenta más interesado en firmar un pacto de Güemes con el “mayor ajustador de la humanidad”, que en mejorar nuestras condiciones de vida.

En tono de sorpresa el colega señalaba en abril que “contratar el sistema de Magic Software hoy equivaldría a gastar un monto casi tres veces mayor que el recorte de transferencias del Fondo Nacional de Incentivo Docente (Fonid)”, pero sin embargo el debate parece muerto tres meses después. Con solo cambiar su sistema electoral, Salta podría alimentar bien a “más de 30.000 niños y niñas en riesgo nutricional, mujeres embarazadas, personas con discapacidad y adultos mayores”, dice el cronista.

Pese a todo, no es el argumento económico el único que pone en jaque el sistema de victoria electrónica que se vienen asegurando los oficialismos salteños desde 2009. El entonces ministro de Interior Francos, anticipó que desde la Casa Rosada aspiran a ir a un modelo de boleta única de papel en las próximas elecciones nacionales para corregir los desvíos del tradicional voto papel y garantizar, como ningún sistema de votación electrónica, los principios de integridad, seguridad y “auditabilidad” del sufragio. 

Es evidente que en Salta el gobierno de Gustavo Sáenz parece decidido a aplicar los salvajes ajustes del autollamado león libertario, pero no así su sistema electoral, mucho más barato y menos sospechoso. Solo queda documentar las declaraciones contradictorias del Ministro de Gobierno, Ricardo Villada: "asumimos el compromiso de que en el año 2024 íbamos a producir estos cambios". Por ahora se le fue la mitad año al Ingeniero que vendía computadoras en calle Pueyrredón. ¿Terminará el fraude en Salta, o solo aspiran a quedarse más años y más coimas?. Una cosa es cierta: El tiempo pone todo en su lugar.

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