El doble femicidio de Córdoba desbarata el relato del "antifeminismo racional" y expone sus nexos políticos

Judiciales13/10/2025 "Varones unidos"
Varones Unidos..
Grupo Varones Unidos fundado por Pablo Laurta

El brutal asesinato de Luna Giardina (24) y su madre, Mariel Zamudio, en Córdoba, y la posterior detención del uruguayo Pablo Laurta en Gualeguaychú, no es un hecho aislado de violencia doméstica. Es la manifestación más extrema de la ideología antifeminista que Laurta promovía activamente, demostrando la letalidad de los discursos que deslegitiman las denuncias de violencia de género.

Laurta, expareja de Luna y padre del hijo de cinco años que secuestró en su intento de huida, no era solo un agresor en la intimidad, sino el creador de la página "varones unidos", un espacio dedicado a la militancia contra las supuestas "falsas denuncias" y a la promoción de la "perspectiva masculina" en los debates de género.

 La falacia de las "falsas denuncias" y la violencia estructural

El caso de Luna Giardina desnuda la peligrosidad de la retórica que busca desmantelar los avances en materia de género. Luna había denunciado a Laurta por violencia, acusándolo de manipulación, acoso, coacción sexual y control total sobre su vida (prohibiéndole trabajar o tener redes sociales). El asesino, en cambio, utilizó su perfil militante para exponer el caso en su página, titulando su situación como un "secuestro internacional" legitimado por la "justicia feminista de Córdoba".

Desde "Varones Unidos", Laurta impulsó campañas contra las leyes de protección a las mujeres, el derecho al aborto y la Educación Sexual Integral (ESI), denunciando lo que él llamaba la "justicia feminista". Su narrativa en redes era una mezcla de victimización masculina, mensajes conspirativos y odio explícito hacia el feminismo. En paralelo, acumulaba un historial de violencia denunciado por su expareja, a quien acusaba falsamente de "secuestrar" a su propio hijo. Esta contradicción es la clave del caso: el supuesto defensor de los "derechos masculinos" se convirtió en el emblema de la violencia que su plataforma ideológica legitimaba.

Este accionar plantea cuestionamientos ineludibles:

  • ¿Cuántos agresores utilizan el argumento de la "falsa denuncia" como escudo público para encubrir un historial real de violencia y acoso, tal como lo hacía Laurta?
  • ¿Cuál es el rol de estos espacios antifeministas en la escalada de la violencia, al alimentar la sensación de impunidad y de "guerra de sexos" en agresores potenciales? El caso Laurta demuestra que el odio expresado en redes sociales puede traducirse en violencia física letal.
  • ¿Qué tan efectivos son los mecanismos judiciales para proteger a las mujeres una vez que realizan la denuncia, si agresores con claros perfiles violentos y militantes logran evadir la acción de la Justicia el tiempo suficiente para cometer un doble femicidio?

El odio como discurso público

Los posteos de Laurta en redes sociales iban desde ataques directos al feminismo, afirmando que las mujeres que defienden esos ideales “pronto recibirán lo que merecen”, hasta la aseveración de que "No hay futuro para una sociedad donde las mujeres tengan un estatus superior al de los hombres".

Este discurso de odio, que encuentra eco en ciertos sectores políticos y mediáticos, no solo busca deslegitimar las conquistas de derechos, sino que valida la idea de que la vida de las mujeres debe estar supeditada al control masculino. El femicidio de Luna y Mariel es la consecuencia directa de esa ideología que justifica la posesión y el castigo.

La rápida captura de Laurta, mientras intentaba huir a Uruguay con su hijo, pone de relieve la necesidad de vigilancia continua sobre los perfiles con historial de violencia de género, especialmente aquellos que utilizan plataformas públicas para difundir el odio. La justicia debe ahora no solo condenar el doble femicidio, sino también analizar cómo la militancia antifeminista se utilizó para desvirtuar las alarmas de violencia emitidas por las víctimas.

La captura de Pablo Laurta por el doble femicidio en Córdoba no solo cerró un caso policial, sino que abrió una grieta política y cultural al exponer al principal sospechoso como un referente de los grupos antifeministas del Río de la Plata. Laurta era el promotor del colectivo "Varones Unidos", una agrupación nacida en Uruguay y activa en redes, dedicada a la militancia sistemática contra las políticas de género. 

La influencia de Laurta no era marginal. Según la prensa uruguaya, llegó a exponer en el Palacio Legislativo de Montevideo como miembro de su colectivo, compartiendo espacio con figuras ultraconservadoras y atacando directamente las leyes de protección a las mujeres. Esta presencia pública demuestra que el discurso que deshumaniza a las mujeres está amparado y legitimado en ciertos sectores políticos y se escuda bajo la retórica de la "libertad de expresión".

Nexos con el liderazgo antifeminista regional

La detención de Laurta también deja al descubierto la expansión transnacional y los nexos de estas redes. Fue organizador de un evento clave en Montevideo en 2018 que contó con la presencia de Agustín Laje y Nicolás Márquez, referentes de la corriente autodenominada "antiprogresista".

Si bien estos referentes no se han pronunciado sobre el doble femicidio, el vínculo expone la peligrosa cercanía entre la prédica intelectual del antifeminismo y sus efectos concretos en la vida cotidiana: un movimiento que se dice "en defensa de los hombres", pero que termina justificando la violencia más cruel contra las mujeres.

Tras el doble crimen, las redes sociales de Laurta y del colectivo "Varones Unidos" fueron eliminadas o puestas en modo privado. Sin embargo, las capturas de pantalla revelan que el contenido difundido incluía cuestionamientos a la existencia de femicidios y burlas hacia las víctimas. La tragedia de Córdoba, por lo tanto, no es un hecho aislado, sino la consecuencia más trágica de un entramado de discursos que alimentan la impunidad simbólica del machismo.

La ironía final del caso

El femicida que hacía campaña denunciando el "sesgo feminista" de la justicia será juzgado por doble homicidio agravado por el vínculo y por mediar violencia de género. Laurta, el supuesto portavoz de la "lucha contra la ideología de género", será procesado, precisamente, por ejercer la forma más brutal de esa ideología: el control, la aniquilación y el dominio patriarcal.

Te puede interesar
Lo más visto