Practicidad sin poesía: el regreso de Urtubey a la arena política

General04/09/2025 Elecciones 2025
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En el marco de la campaña para las elecciones legislativas de Octubre, Juan Manuel Urtubey, exgobernador de Salta por 12 años y actual candidato a senador por Fuerza Patria, visitó el estudio de Cadena Infinito para entrevistarse con los periodistas Alexis Miranda y Agustín Poma.

Juan Manuel Urtubey volvió a escena con la tranquilidad de quien sabe manejar la palabra y la confrontación pública. Sereno, pragmático y con metáforas al alcance de cualquiera, el exgobernador y actual candidato a senador por Fuerza Patria mostró en Cadena Infinito —junto a Alexis Miranda y Agustín Poma— que sigue siendo un político con oficio.

Contestó todo: desde el crimen de las turistas francesas hasta el destino de los fondos del Bicentenario. Pero en su estilo práctico y directo también se filtra la tensión entre el discurso republicano y los cuestionamientos que persisten sobre su administración.

“No podés meterte en la justicia”

Sobre el caso de las francesas, Urtubey fue terminante. “Lo que pasó fue una desgracia. La investigación judicial puede haber funcionado mal, pero desde el Ejecutivo no podés meterte. Si un juez se equivoca, lo que corresponde es el jury o el juicio político. Yo creo en la división de poderes, y no lo ejercí de otra forma en doce años de gobierno”.

Su respuesta, de manual institucionalista, le permite colocarse del lado del respeto a la Constitución. Sin embargo, también abre flancos: durante su gestión hubo ascensos de policías cuestionados en esa investigación, algo que el propio Urtubey relativiza al señalar que esos acuerdos se definieron en el Senado con el aval de otros dirigentes. Allí aparece la contradicción: el discurso de apego a la república convive con decisiones políticas que terminaron reforzando a los mismos actores cuestionados.

Algo para destacar es la importancia que le da Urtubey a estas elecciones, al punto de marcarlas como la más importante desde 1.983 a la fecha. "Para mí es una de las elecciones más importantes que tuvo la democracia del ´83 para acá. Acuérdense lo que les digo", señaló haciendo referencia al 30 de octubre de ese año cuando tras años de dictadura, el pueblo argentino volvió a votar y eligió la libertad con la elección de Raúl Alfonsín que marcó el inicio de una nueva etapa de derechos, justicia y verdad para todos. 

Asumir lo propio, despegarse de lo ajeno

“Me hago cargo de lo que hice y de lo que hice mal, pero no de lo que no corresponde”, remarcó, diferenciando con cuidado responsabilidades judiciales de las políticas. Su posición es clara: el gobernador puede impulsar reformas institucionales —y recuerda haber promovido en Salta el sistema acusatorio y fueros especializados en género—, pero no intervenir en una investigación en curso. El problema, admite, es que en la percepción social “la gente simplifica” y espera que el Ejecutivo responda por todo.

En el mismo tono, Urtubey defendió su regreso a la política. “Hace seis años me corrí para que venga algo nuevo. Hoy vuelvo porque la patria y Salta están en peligro. No es poesía: es embarrarse hasta los dientes”.

El exgobernador insiste en que las elecciones no son un ejercicio testimonial sino una competencia para ganar, con candidatos que midan, y no con “desconocidos que van a perder como perros”. Su estilo práctico lo diferencia en un escenario cargado de insultos, pero también lo expone a críticas: ¿su pragmatismo es vocación de servicio o simple cálculo electoral?

Un discurso que incomoda y lo expone

La gran habilidad de Urtubey está en su oratoria: puede sonar sereno aun cuando enfrenta preguntas incómodas, y coloca su respeto por la división de poderes como escudo. Pero sus respuestas, lejos de cerrar debates, los reabren: ¿qué grado de responsabilidad política le cabe por las falencias estructurales de la justicia salteña y de la policía bajo su mando? ¿Hasta dónde se puede separar lo judicial de lo político cuando se trata de crímenes que marcaron a la sociedad?

Con serenidad y carácter, Urtubey intenta reinstalarse como referente federal en un clima de bronca y descalificación. Su narrativa práctica lo distingue, pero también recuerda que las cuentas pendientes de la gestión no se borran con buena oratoria.

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