El Gobierno Nacional rebautizó el Gasoducto Néstor Kirchner
General11/11/2024 Prefieren cambiar de nombre, que hacerA partir de ahora su nuevo nombre del gasoducto que conecta el Vaca Muerta con Buenos Aires, es “Perito Francisco Pascasio Moreno”, según informó el vocero presidencial Manuel Adorni. En tanto, ya se licitó del segundo tramo de la obra.
“El ‘Gasoducto Presidente Néstor Kirchner’ cambia su nombre: a partir de ahora se llamará “Gasoducto Perito Francisco Pascasio Moreno. Fin’”, confirmó Adorni en la red social X sin brindar mayores precisiones acerca de la nueva modificación.
El mes pasado, el Gobierno ratificó el cambio de nombre del ex Centro Cultural Kirchner por el de Palacio Libertad Centro Cultural Domingo Faustino Sarmiento, como ya lo llamaban varios funcionarios, entre ellos, el secretario de Cultura Leonardo Cifelli. Aún no aclararon de cuanto será el gasto económico que significan estos cambios de nombre, pues las señaléticas, papeles burocráticos, sellos, manuales de marca deberán modificarse en función del nuevo nombre.
La decisión del cambio de nombre se da luego que a mediados de junio el Gobierno anunciara la licitación del segundo tramo de la obra, que permitirá duplicar la capacidad de transporte de gas a 40 millones de metros cúbicos diarios (m3/d) de gas natural licuado (GNL) desde Vaca Muerta al Litoral.
A diferencia de la construcción anterior, que se hizo con financiamiento público y costó US$2700 millones, esta vez se haría con capitales privados y demandará una inversión de US$2554 millones, según las proyecciones iniciales. Una prueba de fuego para el gobierno pues esta podría ser una obra que de cuenta, o no, de sus ideas políticas sobre achicamiento del Estado.
Entre los planes del ex secretario de Energía Eduardo Rodríguez Chirillo, estaba constituir una nueva empresa energética en el país: Transportadora de Gas del Centro (TGC), con el objetivo de operar el entonces gasoducto Néstor Kirchner y encargarse de conseguir el financiamiento para la construcción de un segundo ducto que permita ampliar la capacidad de transporte de gas de Vaca Muerta al litoral.
Actualmente, la operación del gasoducto Néstor Kirchner está a cargo de Transportadora de Gas del Sur, pero fuentes oficiales señalan que es un contrato “fácil de rescindir”. Los adjudicatarios de la concesión tendrán como “zanahoria” un flujo de ingresos ya asegurados más la obligación de conseguir el financiamiento para la construcción de otro gasoducto.
Gasoducto Norte
El anuncio se da tras el desembarco el mes pasado de María Tettamanti en la Secretaría de Energía, y luego que la semana pasada el Gobierno inaugurara el proyecto de reversión del Gasoducto Norte, que cambió el sentido del flujo del gas y permitió dejar de importar moléculas de Bolivia para reemplazarlas por producción de Vaca Muerta.
El proyecto demandó US$740 millones de financiamiento público, de los cuales US$540 millones llegaron a través de un crédito del Banco de Desarrollo para América Latina (CAF). La obra fue licitada durante el gobierno de Alberto Fernández y la actual administración libertaria la continuó, ya que era imprescindible para abastecer de gas a las provincias del noroeste argentino y para destrabar el cuello de botella de la falta de evacuación de Vaca Muerta.
Luego de haber dejado de importar gas de Bolivia el mes pasado, ahora la industria comenzó a debatir acerca de cómo llegar con el gas de Vaca Muerta en Neuquén a Brasil, pues se abre la posibilidad de exportar las moléculas al vecino país.
Si bien el Gobierno empezó a otorgar permisos de exportación interrumpibles para este verano, las empresas productoras advierten que no se podrá exportar hasta que la empresa estatal Enarsa instale un medidor bidireccional que permita habilitar la operación. O sea, se va a resolver primero como exportar gas y no como hacer llegar el Gas Natural a provincias como Formosa o Chaco cuyas familias argentinas aún compran garrafas.
Como publicó LA NACION, en los planes del sector se analizan dos formas de exportación. Por un lado, utilizar los gasoductos existentes y expandirlos para abastecer el consumo industrial de Brasil y, por el otro, enviar GNL a las centrales termoeléctricas, cuya demanda varía según la generación hidroeléctrica.