Ventas en rojo: las pymes desmienten el relato oficial sobre la inflación

General08/12/2025 Duro informe
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Las ventas minoristas pymes volvieron a caer en noviembre y dejaron al desnudo la distancia entre el discurso del Gobierno nacional, que insiste en hablar de “inflación contenida” y “orden macroeconómico”, y la realidad cotidiana de comercios y consumidores, que ven cómo los precios suben semana a semana y el consumo se retrae.

Según el último informe de la CAME (Confederación Argentina de la Mediana Empresa), las ventas minoristas pymes registraron en noviembre una caída interanual del 4,1% a precios constantes. En la comparación mensual desestacionalizada, el derrumbe fue todavía más fuerte: -9,1% respecto de octubre.

Es decir: menos unidades vendidas, menos movimiento en los comercios y un consumo que se enfría, pese al relato oficial que intenta instalar un escenario de mejora.

En lo que va del año, las ventas acumulan todavía un incremento interanual del 3,4%, pero ese dato queda rápidamente opacado por el freno de los últimos meses y, en particular, por el tropiezo de noviembre, en un contexto de precios que no dan respiro.

Al analizar la situación económica actual de los comercios, el 54,2% de los encuestados por CAME reportó estabilidad en comparación con el mismo mes del año pasado. Sin embargo, un 37% señaló un deterioro en sus condiciones, cuatro puntos más que en octubre, lo que revierte parcialmente la tenue mejoría que se había percibido el mes anterior.

Es decir, detrás de la fachada de “normalización” que intenta mostrar el Gobierno, más de un tercio de los comercios percibe claramente que está peor.

Consumo en retroceso y precios en alza

La radiografía por rubros es elocuente:

  • Perfumería se desplomó un 17% interanual.
  • Bazar y decoración cayó 9,7%.
  • Alimentos y bebidas, un segmento clave y termómetro de la mesa familiar, retrocedió 5,9%.
  • El único rubro que mostró crecimiento fue Farmacia, con un aumento del 1,8% interanual.

Ese contraste deja en evidencia el llamado “consumo dual” que describe CAME: por un lado, bienes esenciales que la población no puede dejar de comprar (aunque los ajusta al máximo) y, por el otro, consumos postergables que directamente se caen del presupuesto cuando el salario no alcanza y los precios siguen en escalada.

La combinación de restricción presupuestaria y agotamiento de los límites de financiación profundiza esa brecha: ya no hay margen para cuotas como antes, las tarjetas llegan al tope y el efectivo se evapora en pocos días. Mientras tanto, los precios continúan ajustándose, muchas veces por encima de los incrementos salariales y de las recomposiciones paritarias.

El resultado es simple y contundente: cuando los precios suben más rápido que los ingresos, las ventas caen. Y eso es exactamente lo que muestran los datos, más allá de los discursos.

Comercios en stand by: sin inversión y con cautela

El informe de CAME también revela un fuerte freno en las decisiones de inversión. El 60,1% de los comerciantes considera el contexto actual como desfavorable para realizar desembolsos de capital. Solo un 14,6% cree que es un buen momento para invertir y un 25,2% directamente no tiene posición definida.

La actividad –advierte la entidad– operó en noviembre bajo una “lógica de transición”, marcada por la incertidumbre sobre los costos futuros, la competencia creciente y la falta de horizonte claro en materia de reglas económicas.

En este marco, muchos comercios optan por lo mínimo indispensable: reponer lo justo, no incorporar personal, frenar ampliaciones o mejoras, y esperar a ver qué pasa. Un modo silencioso pero contundente de votar con los pies frente a la economía real, más allá de la narrativa oficial.

Optimismo en el discurso, crisis en la caja

Uno de los datos más llamativos del relevamiento es el desacople entre la coyuntura actual y las expectativas:

  • El 48,6% de los encuestados proyecta una mejora para el próximo año.
  • El 43,7% cree que la situación se mantendrá igual.
  • Solo el 7,7% anticipa una evolución negativa.

Ese desfasaje también expone la fragilidad del relato oficial. Mientras el Gobierno insiste en enfatizar el “proceso desinflacionario” y la supuesta recomposición de ciertas variables macro, los comerciantes miran la caja diaria: menos tickets, menos unidades vendidas, clientes que recorren más, preguntan precios y terminan comprando menos o directamente no compran.

El límite del relato: cuando los datos no cierran

El informe de CAME funciona, en los hechos, como un desmentido estadístico al discurso que minimiza el impacto de la inflación en la vida cotidiana, porque si la inflación estuviera realmente controlada y los precios crecieran a un ritmo compatible con los ingresos, las ventas minoristas no mostrarían caídas de 4,1% interanual y desplomes de 9,1% mensual desestacionalizado. Mucho menos se vería el derrumbe en rubros asociados al consumo popular como alimentos y bebidas.

La realidad que marcan las pymes es clara: el bolsillo de la gente no resiste más aumentos, los comercios venden menos y la inflación, más allá de lo que diga el Gobierno, sigue siendo la gran protagonista de la economía diaria.

El relato oficial puede intentar acomodar el lenguaje; los números de noviembre muestran que, en la calle, los precios siguen mandando y el consumo se cae.

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