
Pedro Arancibia: “Acorralado por la prueba, eligió la muerte para sembrar dudas”
Judiciales16/09/2025 Caso Jimena Salas
A horas del segundo juicio por el femicidio de Jimena Salas, Javier Nicolás “Chino” Saavedra se quitó la vida en la Alcaidía. Según la querella, su perfil narcisista y un cerco probatorio —ADN en la escena, testigos y el “señuelo” del caniche— lo dejaron sin salida. Exigen que el debate inicie el 24 de septiembre con todos los testigos y que se investigue su muerte bajo custodia.
A ocho años del crimen de Jimena Salas y a horas de reabrirse el proceso para desentrañar su asesinato, el caso volvió a sacudir a Salta. La muerte por suicidio de Javier Nicolás “Chino” Saavedra —señalado por la querella como el autor del ataque— irrumpe en la víspera del segundo juicio y abre dos carriles urgentes: que el debate oral se realice con el desfile completo de testigos y que se investigue qué pasó puertas adentro de la Alcaidía con quien estaba bajo custodia del Estado.
“Hay indicios… más que indicios: pruebas categóricas, pruebas fehacientes”, afirmó el abogado de la familia de la víctima, Pedro Arancibia, en diálogo con El Tintero. Según detalló, el expediente reúne múltiples evidencias testimoniales, documentales y biológicas que ubican a Saavedra en la escena y conectan sus movimientos previos con el modus operandi usado para ganarse la confianza de Jimena.
La puerta de entrada: el caniche, la correa y la confianza
De acuerdo con Arancibia, vecinas vieron a Saavedra en al menos tres oportunidades en la zona, siempre con un perro caniche con correa y collar: “Tres días antes en la casa de una vecina, aproximadamente una semana antes en otra, y el mismo día del hecho frente a la casa de Jimena”, describió. En redes sociales de la entonces novia de Saavedra figuran fotos de esa perrita con el mismo collar meses antes del crimen. Para la querella, ese animal fue el señuelo: “Con la excusa de que estaba perdido o de que casi lo chocan, generó un acercamiento y confianza para ingresar a la casa”.
Esa correa, agregó, fue hallada años después en un allanamiento en la vivienda de Saavedra.
Objetos que conectan: mochila, ropa y auto
Otro eslabón que la querella subraya es la mochila verde tipo militar. Aparece en una fotografía tomada por una vecina días previos al crimen y, tiempo después, fue encontrada en el dormitorio de Saavedra. También vinculan indumentaria: “En fotos de redes se lo ve con zapatos, pantalón, cinto, anteojos y un buzo negro que coinciden con lo que llevaba cuando se retrató con el perrito y con prendas secuestradas en su cuarto”, apuntó Arancibia.
A ello suma el vehículo Volkswagen Vento color “marrón Dakar”: “Seis años después fue encontrado en el domicilio de los Saavedra; es el mismo Vento visto en los días previos y el mismo día del asesinato”, dijo el letrado.
Incluso, menciona una maniobra para despistar con el teléfono: “Cuando le dio su número a una vecina, invirtió los últimos dígitos. Eso demuestra intención de dificultar su identificación”.
El núcleo probatorio: el ADN en la casa y en el cuerpo de Jimena
Para la acusación particular, la prueba biológica “corona” el cuadro. “El ADN de Saavedra aparece con un 100% de coincidencia en un goteo de sangre en el pasillo, en el colchón matrimonial, en un maletín del placard, en la caja fuerte, en puertas del placard, en la carcasa del teléfono destruido, en la cocina y en el cuerpo de Jimena, incluso bajo sus uñas”, enumeró Arancibia. “Eso indica que estuvo dentro de la casa de Jimena Salas”, remarcó.
Móvil y violencia: robo planificado, ensañamiento inexplicable
Respecto del móvil, la hipótesis más sólida para la querella sigue siendo “ingresar a robar objetos de fácil traslado, dinero, joyas”, señaló el abogado. En esa línea, un alhajero dado vuelta sobre la cama también presentaba manchas compatibles con la secuencia de violencia desplegada. Lo que no puede explicar Arancibia es el ensañamiento: “Más de 40 puñaladas… es una violencia que no puedo explicar. Su perfil psicológico —narcisista, manipulador— hacía poco probable un reconocimiento en juicio”.
Sobre la posible participación de otras personas, el representante de la familia no descarta revisar vínculos delictivos del entorno, pero subraya que la evidencia reunida es compatible con que Saavedra haya actuado solo.
Un suicidio que no puede clausurar la verdad
La muerte del principal imputado no puede cerrar el caso, advierte la familia. “Se suicida al verse rodeado por la exposición pública y la prueba. Prefirió quitarse la vida y dejar una incertidumbre que nosotros no queremos”, dijo Arancibia. Por eso, exige que el tribunal reanude el juicio, “será la semana que viene, el 24 de septiembre”, estimó y agregó. “Vamos a insistir en que se esclarezca todo, por el derecho a la verdad de las víctimas”.
En paralelo, la querella y la sociedad se preguntan qué sucedió en la Alcaidía Provincial. La muerte de un detenido bajo custodia estatal demanda una investigación administrativa y penal: protocolos de resguardo, controles, alertas, turnos de vigilancia y eventuales responsabilidades del Servicio Penitenciario. No se trata solo de un hecho dentro del expediente Salas; es, además, una cuestión de garantías básicas que el Estado debe a cualquier persona privada de libertad.


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