

Mientras algunos referentes históricos del PJ salteño intentan reciclar viejas fórmulas en clave de “unidad peronista”, desde distintos sectores advierten que lo que se presenta como un frente común no es más que un armado oportunista sin sustento ideológico ni compromiso real con las causas populares.
Nombres como Juan Manuel Urtubey, Manuel Santiago Godoy, Sergio Leavy, Jorge Guaymás, Pablo Kosiner y Miguel Calabró, vuelven a sonar con fuerza en los pasillos políticos locales. Según declaraciones a la prensa, buscan conformar un “frente peronista” provincial para enfrentar al gobierno de Javier Milei. Sin embargo, la propuesta ya genera desconfianza entre las bases del movimiento, no solo por los antecedentes de varios de sus impulsores, sino por ciertas contradicciones insalvables.
Una de ellas es el vínculo con el gobernador Gustavo Sáenz. Mientras estos referentes aseguran que el mandatario está “haciendo sacrificios por Salta”, no dicen una palabra sobre el voto afirmativo de sus legisladores a la Ley Bases, una norma que otorga superpoderes al Ejecutivo nacional y profundiza el ajuste sobre provincias como la nuestra. ¿Cuál es el sacrificio? ¿Respaldar el modelo de saqueo del litio, la quita de subsidios y la demolición del Estado?
Desde sectores más combativos del justicialismo local señalan que la verdadera unidad no se arma con fotos ni sellos, sino desde el territorio, con ideas claras y compromiso militante. La unidad no se proclama: se construye, advierten. Y ese proceso no incluye a quienes, durante años, fueron parte del esquema de poder que hoy hace agua.
La propuesta que crece por fuera de los nombres tradicionales apuesta a un peronismo con raíces doctrinarias, opositor al modelo de Milei y también crítico de las alianzas ambiguas que caracterizaron al PJ salteño en los últimos años. Una alternativa que no gira en torno a candidaturas personales, sino a un proyecto colectivo: popular, federal y con vocación transformadora.
En ese marco, muchos creen que lo que se presenta como unidad es, en realidad, un intento desesperado por volver a ocupar espacios de poder ante un nuevo ciclo electoral. No los une el amor por el pueblo, los une el espanto de quedarse afuera, resumen algunos dirigentes territoriales. Y vaticinan: cuando haya que definir candidaturas, ese frente coyuntural se romperá.
Mientras tanto, en los barrios, en las organizaciones sociales y en los movimientos que no se resignan a ser furgón de cola de ninguna estrategia electoral, empieza a tomar forma un frente distinto. Un espacio donde el peronismo vuelve a pensarse como herramienta de liberación y no como estructura de supervivencia personal.
El desafío, entonces, no pasa solo por enfrentar a Milei, sino por dar la pelea interna contra el conservadurismo camuflado de peronismo, y animarse a construir algo nuevo. No desde la rosca, sino desde la calle.







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