Los Santiagueños, un bar que te mueve el piso

El edificio ubicado en la esquina de Viamonte y Chacabuco es un monumento a la historia de Rafaela ya que se conserva intacto desde hace más de cien años. Es frecuentado por personajes de un pasado muy valioso pero que ahora se dedican a darle vida al bar

29/11/2022 Tato Calzetti

Su nombre deriva del origen de su antiguo dueño, el santiagueño Herrera, pero no siempre se llamó así ya que el lugar funciona como un expendio de bebidas desde hace 120 años, mucho antes de tomar su denominación actual. Su esposa Ortencia es muy recordada ya que atendió el bar durante décadas, sirviendo el brebaje popular de la época como el vermut, caña, ginebra o ajenjo mientras se armaban torneos de "Truco" y "Loba". Durante sus primeros años fue un bar como cualquier otro pero el paso del tiempo lo convirtió en un lugar histórico ya que no son muchos los de su tipo que sobrevivieron al avance de la arquitectura moderna. Incluso luego del fallecimiento de sus clásicos dueños santiagueños el inmueble se puso a la venta y fue adquirido por su actual propietario, quien lo alquila a una familia que atiende el bar. 

El tiempo ha hecho estragos en toda la estructura y aún así nada se movió de lugar. Desde la fachada de ladrillos carcomidos y polvorientos hasta el piso de madera que se hunde y nos impulsa hacia arriba como si fuera una cama elástica, los ventiladores cubiertos de telas de arañas y el mostrador gastado que sirve de apoya codos. La mayoría de los clientes son adultos ya jubilados que aprovechan sus años de descanso para visitar "su segunda casa" y sentarse a charlar, jugar cartas y calmar la sed, muchos de los cuales tienen increíbles historias para contar, como es el caso de Raúl Pérez, el boxeador que le ganó tres peleas a Monzón (dos en Rafaela y una en Sunchales), antes de que Carlos saltara a la fama internacional.

"Yo le gané a Monzón, ¡y tres veces!", dice orgulloso "Granito" Pérez mientras levanta la mano en la que porta un gran anillo plateado típico de boxeador. "Al bar le decían 'comisario', porque entrás y te mueve el piso", relata otro de los frecuentadores del lugar, don Grossi, conocido abogado de la ciudad. Grossi hace referencia al estado del suelo de madera que nunca se tocó más que para rellenar el sótano con escombros, subsuelo que se encuentra justo frente al mostrador. Solo por cuestiones de seguridad como esta se hacen modificaciones en la estructura, ya que cualquier cambio importante le quitaría su esencia.  

Pasaron muchos años de su creación y sus dueños ya no están; es por esto que se sabe muy poco de la historia temprana, pero según el aporte realizado por Oscar "Petiso" Pautasso en un artículo del "Diario La Opinión", el Club Independiente de Rafaela se originó en el patio del bar, donde un grupo de muchachos se reunía a practicar con la pelota para terminar fundando la entidad a unos metros de allí. 

Para quienes temen su pronta desaparición, solo basta con acercarse una tarde y observar la gran afluencia de clientes que entran y salen, dejando en claro que tiene tanto futuro como pasado acumulado. Un bar que recuerda el origen de Rafaela como pueblo aislado en medio de la pampa húmeda y que ahora se encuentra cercado por el progreso amenazante que todo lo devora, buscando el éxito inmediato y efímero mientras "Los Santiagueños" sigue en pie sin necesidad de haber repintado un solo ladrillo.  

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