
Sáenz se aferra a la Casa Rosada para que no se frenen las obras en Salta
Política10/12/2025 Gobernador en modo gestor

El mandatario salteño se reunió con el ministro del Interior, Diego Santilli, y el secretario de Hacienda, Carlos Guberman, para reclamar por la continuidad de los fondos nacionales. Entre llamados al “desarrollo federal” y pedidos de “previsibilidad”, asomó la verdadera preocupación: que la tijera de Nación corte las obras en la provincia.
El gobernador de Salta mantuvo una reunión de trabajo en Casa Rosada con el ministro del Interior de la Nación, Diego Santilli, y el secretario de Hacienda, Carlos Guberman, con un tema central sobre la mesa: la continuidad de las obras financiadas con recursos nacionales y la necesidad de que los fondos comprometidos sigan llegando a la provincia sin interrupciones.
Según informó el propio mandatario en sus redes sociales, en el encuentro “se analizó el avance de las obras con financiamiento nacional y la necesidad de garantizar la fluidez de los fondos comprometidos para que no se detengan”. La frase no es menor: en un contexto de ajuste, recorte de partidas y tensión con las provincias, hablar de “fluidez” es otra forma de decir que la plata no está llegando con la velocidad ni la seguridad que las provincias desearían.
El gobernador también señaló que durante la reunión “se dialogó sobre la situación del país” y que coincidieron en “la importancia de consolidar acuerdos que aporten previsibilidad y estabilidad a las provincias”. De nuevo, el subtexto es claro: los gobernadores necesitan reglas claras, cronogramas de pagos y garantías de que los compromisos asumidos por Nación no se transformarán en promesas vacías o en obras paralizadas.
La frase elegida para cerrar el mensaje también apunta a la construcción de un relato federal. “Si las provincias crecen, crece el país. Y desde Salta vamos a seguir aportando al desarrollo federal que la Argentina necesita”.
Detrás del discurso, el tablero político
Más allá de las formalidades, la foto en Casa Rosada es también un gesto político. Sáenz vuelve a posicionarse como un gobernador “dialoguista” que se sienta con el poder central para negociar, pero que al mismo tiempo necesita mostrar hacia adentro que no se resigna a perder obras ni recursos.
En los últimos años, Salta tejió su estrategia sobre un punto clave: apalancar obras de infraestructura, vivienda y desarrollo productivo con fondos nacionales. Cuando esos recursos se ralentizan –o directamente se recortan–, el impacto se siente en la ejecución de obras y en la capacidad del gobierno provincial de mostrar resultados concretos en el territorio.
Por eso, el énfasis en la “fluidez de los fondos” y la preocupación por que “no se detengan” las obras no es una frase al pasar: es un mensaje hacia Nación y también hacia la política local, intendentes y sectores económicos que dependen de ese flujo de recursos.
Previsibilidad, acuerdos y dependencia financiera
El llamado a “consolidar acuerdos que aporten previsibilidad y estabilidad a las provincias” revela otra tensión de fondo: las provincias reclaman certidumbre en un contexto en el que la caja nacional se ha convertido en una herramienta de disciplinamiento político.
En ese marco, la jugada del gobernador salteño busca equilibrar dos necesidades: no romper puentes con el gobierno nacional, que sigue controlando recursos clave; y mostrar que defiende los intereses de la provincia en la mesa donde se decide el reparto.
El discurso de “desarrollo federal” aparece así como un paraguas amplio que le permite a Sáenz justificar sus recorridas por Buenos Aires y sus reuniones con funcionarios nacionales: no se trata solo de una foto política, sino de una pulseada por obras, empleo y movimiento económico en la provincia.
Salta, entre el discurso federal y la realidad de los números
“Si las provincias crecen, crece el país”, afirmó el gobernador. La frase suena bien, pero se choca contra una realidad conocida: el esquema fiscal argentino sigue concentrando la mayor parte de las decisiones en Nación, mientras las provincias quedan atadas a coparticipación, envíos discrecionales y programas que pueden cambiar según el humor político de turno.
En ese escenario, cada reunión en Casa Rosada es una mezcla de gestión y supervivencia: se discuten montos, cronogramas, prioridades y, por supuesto, se alinean posiciones políticas.
Por ahora, el mensaje oficial intenta ordenar el relato: un gobernador que viaja, gestiona, golpea puertas y pide previsibilidad para que las obras no se frenen y la economía salteña no se enfríe más de lo que ya está.
La pregunta que queda flotando es si los acuerdos que se buscan consolidar alcanzarán para blindar a Salta frente a un recorte más profundo, o si estas reuniones serán apenas un capítulo más en la larga historia de la dependencia financiera de las provincias respecto de la Casa Rosada.


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