Gobernadores contra las cuerdas: la economía, la política y el precio de la obediencia

General21/07/2025 Escenario
gobernadores

La situación política y económica de Argentina atraviesa una de sus etapas más complejas desde la asunción del gobierno de Javier Milei. Lejos de la estabilidad prometida, el ajuste brutal llevado adelante por la administración nacional empieza a mostrar sus consecuencias más crudas: provincias en crisis, gobernadores acorralados y una economía en fuga constante.

La falta de recursos por parte del gobierno central –producto tanto del recorte de transferencias como de una recaudación nacional menguada– coloca a los mandatarios provinciales en una posición vulnerable. Ya no se trata de negociar; muchas veces, simplemente, se trata de sobrevivir. Esa necesidad de fondos urgentes podría empujar a los gobernadores a aceptar condiciones desfavorables con tal de recibir algún tipo de auxilio económico. Y, en ese terreno, la política deja de ser un juego de consensos para transformarse en un campo de extorsión.

Mientras tanto, el escenario económico se tiñe de incertidumbre. La inflación sigue alta, la actividad económica no da señales de reactivación, y la fuga de dólares –silenciosa pero constante– erosiona la ya frágil confianza en el rumbo adoptado. A medida que se acercan las elecciones de octubre, el temor a una nueva corrida se vuelve tangible, y los inversores apuestan al resguardo antes que a la recuperación.

En este contexto, el presidente Milei comienza a perder respaldo popular. Las encuestas ya no son tan favorables como lo eran al inicio de su gestión, y la calle empieza a mostrar señales de descontento. Sin embargo, los posibles acuerdos entre los gobernadores y el Ejecutivo podrían trabar cualquier competencia real en los comicios que se aproximan. Las reglas del juego no están del todo claras, pero el poder de fuego de la Casa Rosada aún pesa, sobre todo en una Argentina donde el federalismo muchas veces se define en base a quién controla los recursos.

El panorama es delicado, y la sensación generalizada es de espera: ¿vendrá un giro más pragmático? ¿Habrá lugar para una recomposición del tejido institucional que priorice la recuperación antes que la obediencia?

En medio de la tensión, la esperanza se sostiene a fuerza de necesidad. Porque, aunque la situación es crítica, no hay mal que dure cien años, ni pueblo que lo resista sin hacer oír su voz.

Te puede interesar
Lo más visto