El arco presidencial no tiene arquero que ataje críticas tan feroces.
Cuando suceden fechas en las que la conmemoración es importante, los protocolos han de respetarse. Un día como hoy, en el año 1816 un grupo de personas se reunió en la Casa de Tucumán para acordar las bases que fundaron nuestro Estado Nacional, lo que conocemos como Argentina. Ese día, marcó el inicio de tiempos de construcción y crecimiento para aquellas personas que decidieran habitar el territorio argentino.
Una de las columnas que sostiene la estructura social es el despliegue de la espiritualidad. La religión Católica Apostólica Romana es la más popular y practicada en nuestro país y, es por ello, que es reconocida como religión oficial. Sus rituales forman parte de los protocolos a cumplir cuando de fechas importantes se habla. Con motivo de recordar a los fundadores de la nación, el Tedeum ofreció una misa que nos dejó brillantes reflexiones.
En el Tedeum por el Día de la Independencia, el monseñor García Cueva cuestionó al presidente Javier Milei por su forma de gobernar. En su mensaje además afirmó una realidad que muchas personas podemos visualizar, más la naturalidad con la que se sostiene impide que los ojos no entrenados la vean. Nuestra forma de comunicar como argentinos y argentinas, nuestras costumbres de sociabilización encubren patrones de violencia a los que nos hemos acostumbrado.
Sin pelos en la lengua y con mucha seguridad, el monseñor expresó en su sermón la siguiente reflexión en relación a lo acontecido anoche en Tucumán con la firma del Pacto de Mayo: “Si los congresistas de Tucumán en 1816 insistían en sus diferencias sobre el modelo para la organización nacional, o sus distintas concepciones ideológicas sin buscar consensos, todavía hoy estarían discutiendo en la Casa de Tucumán. Aunque no sé si con los gritos, descalificaciones, explicaciones vulgares y agresiones a las que nosotros tristemente estamos acostumbrados”.
Es un acto de coherencia valorable la del Monseñor. No solo por su posicionamiento en consonancia con los intereses del pueblo de Dios, sino también con los mensajes que su señor Jesucristo a brindado como manera de liberar al ser humano de la tiranía, la crueldad y la mentira.
El mensaje de los dirigentes del catolicismo es claro, el futuro es con el pueblo. Ya nos contó el discípulo Mateo en el capítulo 19 que para el maestro “es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja, que un rico entre en el Reino de los Cielos”.