Entre la reafirmación del pacto Sáenz-Bettina y la llegada de Emiliano Durand

En menos de 20 días las fuerzas políticas deberán oficializar en qué frente participarán y cuáles se conformarán de cara a las elecciones provinciales. Son días y horas decisivas, por lo que cada vez hay más presiones sobre la oferta electoral, donde estratégicamente los personajes de la política salteña definen cómo avanzarán en el tablero de ajedrez.

El oficialismo provincial promete renovar los viejos pactos históricos que lo hicieron triunfar en el 2019, cuando los actuales partidos políticos que acompañaron a Gustavo Sáenz hoy permanecen en esta línea. Sin embargo, es interesante advertir los cambios que reconfiguraron las propuestas políticas. El Frente Olmedo Gobernador, contó en aquel momento con la adhesión de Salta Independiente -hoy parte constitutiva del espacio opositor Avancemos- y el Partido Renovador -siempre oficialista-. Sin embargo, el desplazamiento más interesante o intercambio más llamativo fue el del PRO por el Partido Justicialista, ya que el primero había sido parte constitutiva del Frente Sáenz Gobernador, pero por discrepancias, traiciones y quiebres, dio el portazo y prefirió dar vida a Juntos por el Cambio.

Como en los 12 años de gobierno de Juan Carlos Romero y los 12 de Juan Manuel Urtubey, Sáenz eligió el PJ como estructura base de su gobierno, por lo que en estos tres años, hubo una decisión política de gran parte de su gobierno de copar la CAP con funcionarios del riñón oficialista, resurgiendo en las elecciones del 2021 con el frente Gana Salta y en este 2023 como la bandera orgánica del peronismo acompañando a la actual gestión provincial.

En este marco, sin embargo, el acuerdo más cuestionado en estos últimos tiempos fue el de Sáenz con el romerismo. Y aunque ante los micrófonos y las cámaras no había de qué preocuparse, los roces y polémicas sucedían por otro lado. La batalla entre Ramiro Angulo, procurador adjunto municipal y Carlos “Uluncha” Saravia, presidente del Ente Regulador de Servicios Públicos y alfil saencista por la denuncia de operatorias ilegales del municipio para cobrar tributos a través de la factura de EDESA y haciendo un uso engañoso del concepto de catastro, abrió una batalla mediática, política y judicial entre la provincia y la ciudad.

En el Concejo Deliberante, el bloque oficialista y mayoritario, comandado por José García, si bien bajó la línea oficialista municipal, cuando las papas quemaron, demostró jugar para Sáenz. La aprobación de la prórroga para que los feriantes del parque San Martín permanezcan en el lugar, yendo a contramano de lo que la interventora de Espacios Públicos Susana Pontussi promulgaba, dio cuenta de esta tensión. En la Cámara de Diputados, Juan Esteban Romero, no pocas veces hizo uso de la palabra para criticar los recursos provinciales destinados a la capital, sobre todo en el uso discrecional de la coparticipación, donde la ciudad con más habitantes sale perdiendo, según advirtió el hermano de la intendenta. Los ejemplos sobran: la falta de actividades políticas donde se los haya visto unidos o de reivindicaciones públicas mutuas, hablaron de la ausencia de un proyecto de gobierno conjunto y expusieron el reparto de poder, que garantizó la convivencia.

Los múltiples cambios de gabinete de la jefa comunal también hablaron de su gestión de gobierno. Por un lado, visibilizó su dificultad para consolidar un proyecto por fuera de su papá, que le aportó a sus mejores hombres: Bernardo Racedo Aragón, Aroldo Tonini, Daniel Amador, José Luis Gambetta, Fernando Palópoli, entre otros. La perspectiva de paridad de género, por otra parte, la llevó a consolidar un núcleo duro de mujeres “bettinistas” de la primera hora, su principal fuente de consulta y de resguardo frente a un equipo que le costó conformar y la llevó realizar un recambio total de gabinete prácticamente tres veces.

En el último tramo de su gobierno, aun con cierta indefinición, apostó por firmar un acuerdo de paz con el gobierno provincial, designando a Benjamín Cruz como Secretario de Gobierno, presidente del partido saencista PAIS, quién buscó ordenar el gabinete y encarar las relaciones institucionales. Junto a él, un romerista de ultra confianza, como Federico Casas, hoy Coordinador de Acción Comunitaria, fueron el puente de diálogo que buscó sostener la coexistencia municipio-provincia.

Pero cuando llegan las elecciones, se enderezan los caminos o se bifurcan. El 2022 estuvo marcado por los rumores del desembarco de Bettina Romero a Juntos por el Cambio, puente logrado gracias a la influencia de su padre, Juan Carlos, senador nacional por la coalición, y también por su estrecha vinculación con el Jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta. La imagen negativa de la intendenta y sus diferencias en el saencismo generarían su búsqueda por una estrategia alternativa, desde donde levantar la percepción pública de su persona o, por lo menos, aspirar a una derrota digna siendo candidata a gobernadora. Este camino se truncó por la denuncia de dirigentes locales que no aceptaron la bajada de línea nacional y expusieron la intención del romerismo, entre ellos Martín Grande, José Gauffin y Fernando Lardies.

Para el oficialismo municipal, ya no alcanza el tiempo para cambiar el rumbo del timón, ni tampoco de barco. A pesar de las rispideces, fue el propio Sáenz quien días atrás revalidó a Bettina como candidata a intendenta por su esquema y, jornadas después, para legitimar su declaración, los actos del 20 de Febrero fueron una excelente oportunidad para oficializar que la casa está en orden. A esto, se sumó la foto que mostró el trabajo conjunto, cuando las principales figuras del gabinete de la ciudad, como Agustina Gallo, Daniel Nallar, María Eugenia y Ramiro Angulo, Josefina Díaz Chávez, Jaqueline Cobos, Alejandro Levin, posaron sonrientes con Gustavo Sáenz, firmando un nuevo pacto de sangre.

La discordia

El matrimonio político parecía mostrar una foto sólida, hasta que se confirmó la aparición de un tercero en discordia: Emiliano Durand. El abogado, político, empresario de medios y actual senador por Capital hace rato sonaba como una de las figuras de las elecciones del 2023, algunos especulando con la posible fórmula Sáenz-Durand, mientras que otros asegurando que sería el candidato natural a la intendencia por su caudal de votos en el 2021. Este también fue uno de los desencuentros con el romerismo, que exigió hasta último momento que no haya otros candidatos a la intendencia por el oficialismo. “Acá no hay exclusividad, se gana con votos” definió Sáenz días atrás, imponiendo la regla a los aspirantes a conducir la ciudad, que hasta el momento también suman a Abel Cornejo y Carlos Morello. Sin embargo, durante el 2022 Sáenz no escatimó en mostrarse junto al Durand y hasta le entregó irregularmente tablets del ENACOM que a cambio de unos pasos de baile, el senador entregaba gustoso en sus convocatorias.

Aunque lo de Durand es el discurso del emprendedurismo, del “si se quiere, se puede”, del marketing en las redes sociales y de una solidaridad que busca eliminar cualquier rastro de intención política; recientemente irrumpió denunciando una campaña sucia en su contra por pintadas en las paredes salteñas y por fake news circulando por internet. “Basta de los mismos de hace 30 años”, “no les tengo miedo”, “nos encantan los desafíos”, “me preguntan si voy a ser candidato a intendente”, parecían ser mensajes dedicados al romerismo que lo atacaba buscando evitar su postulación por el mismo cargo, y al mismo, tiempo, la confirmación de que este redoblaría la apuesta y le disputaría el escritorio a Bettina. “Chocolate por la noticia”, decían todos cuando hace días, Durand confirmó en una actividad barrial su candidatura.

Sin muchas posibilidades, Bettina acepta las condiciones impuestas por Sáenz y deberá competir al igual que todos los interesados en conducir la ciudad. Mientras tanto, Durand rompe su palabra de no ser candidato a medio término de su mandato, como lo había prometido dos años atrás, y lejos de su discurso, juega nuevamente con las lógicas de la “vieja política”, tan denunciada por él. Lo peligroso es el desconocimiento total de su proyecto de gobierno, que escondido tras una ingeniería comunicacional subsidiada por la pauta oficial de la provincia, y la consolidación de un discurso anti política, no termina de cristalizar sus intenciones al frente de un gobierno. Sin ir más lejos, su gestión en el senado fue sin pena ni gloria, y por el contrario, lo subsumió a su lógica de charlas multitudinarias. 

Las urnas hablarán en mayo.