La cínica indiferencia de Sáenz al reclamo de los autoconvocados

Y pasó lo que iba a pasar. En poco tiempo, docentes y trabajadoras de la salud que acampaban en la Plaza 9 de Julio se enteraran de que el gabinete provincial estaba celebrando el acto como si nada. Los gritos y reclamos comenzaron a hacerse escuchar frente a los ministros que elegían la más cínica indiferencia para ignorar la situación. Villada llegó a pedirles que tengan “grandeza”, que hay intereses políticos y que así, dialogar, no se puede. Crónica de un triste acto por la emboscada histórica a Güemes.

08/06/2023 Peperina
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Un 7 de junio de 1821, en una emboscada histórica, hirieron de muerte a don Martín Miguel de Güemes. Le dieron un disparo que, a los días, acabaría con su vida. El héroe gaucho, que sublevó a los campesinos, indígenas y gauchos para defender la patria fue traicionado por la elite salteña, esa que parece haber tomado el poder para quedarse allí muchos años más, casi, hasta nuestros días.

El clímax social en Salta llega a sus picos con una mañana caótica. Frente al Centro Cívico Municipal, trabajadores de la UTM y la intergremial se unieron para reclamar la reapertura de paritarias cortando el tránsito de Av. Paraguay. En zona norte, trabajadores judiciales con sus gacebos, parlantes y megáfonos convocaban a la asamblea de las 13 para continuar con la medida de paro por tiempo indeterminado. Mientras tanto, en el ex peaje Aunor llegaron comitivas de docentes de Orán y San Martín para confluir, se estima que la Marcha Blanca que busca ser una muestra de fuerza de los autoconvocados, que junto a los profesionales no médicos, administrativos y ordenanzas, tienen a la Salud y Educación de Salta en vilo. Pareciera que solo falta prender la mecha para que explote.

Durante la mañana, en el acto de la plaza Belgrano, donde se acercó la Agrupación Traidiconalista Gauchos de Guemes y la policía local para dar inicio a la cabalgata que partió desde allí hasta la Quebrada de la Horqueta, la presencia de funcionarios era una incógnita. Lo obvio era suponer que no vendrían; aunque al acercarse figuras cercanas a los equipos de estos, se pudo suponer que llegarían. 

De un momento a otro, como si nada pasara en la provincia, Roberto Dib Ashur, Ricardo Villada, Matías Cánepa, Martín de los Ríos y Sergio Camacho, llegaron. Invadidos por la prensa, las respuestas fueron las obvias: el acuerdo salarial está ratificado, hay “intereses políticos” en la lucha de los docentes y este gobierno “siempre quiere diálogo”. Fue así que minutos después, apareció Gustavo Sáenz junto a Antonio Marocco. Finalmente, el ejecutivo provincial decidió dar la cara y apostó por dejar de esconderse, medida que por lo menos había utilizado hasta el momento.

Y pasó lo que iba a pasar. En poco tiempo, docentes y trabajadoras de la salud que acampaban en la Plaza 9 de Julio se enteraran de que el gabinete provincial estaba celebrando el acto como si nada. Los gritos y reclamos comenzaron a hacerse escuchar frente a los ministros que elegían la más cínica indiferencia para ignorar la situación. Villada llegó a pedirles que tengan “grandeza”, que hay intereses políticos y que así, dialogar, no se puede.

Sáenz pidió “saludar” a los gauchos que estaban sobre avenida Belgrano, lo que generó que su seguridad privada, la policía, los gauchos que lo secundaban y los periodistas formen un gran cuerpo que se desplazaba a medida que éste avanzaba. El bochornoso operativo, que parecía directamente no existir, hizo que periodistas se cayeran, otros se lastimaran en el afán de tener una toma del gobernador junto a Elena Cornejo San Miguel, que brindaban una escena similar a la de: “Y si no hay pan, que coman tortas”. Una triste jornada para los trabajadores de la prensa, que empujados por patovicas, no pudimos realizar nuestro trabajo.

En diálogo con la prensa, envalentonado, Sáenz se auto reivindicó al decir apareció y que "otro no lo hubiera hecho” y descartó, nuevamente, la posibilidad de sentarse a dialogar. La apuesta del gobierno es dejar que se desgasten, seguir descontándoles sueldo por días de paro y su primer reacción al verlos: la indiferencia. “¡Qué papelón, no tienen plata para salud y educación!”, le cantaban con indignación el grupo de docentes que ya iba creciendo.

Marina Guanca, trabajadora de un Centro de Salud, quien hace varios días sostiene huelga de hambre, cansada de gritarle al gobernador que los reciba, que los escuche, que no puede ser los sueldos de miseria que ella y sus compañeros reciben, soltó el más resignado llanto frente a la impotencia de haber ido a hablarle a una pared. Horas más tarde, todo el gabinete subía fotos del acto como si nada de lo hasta aquí narrado hubiese sucedido. Hablando con gauchos, saludando gente, arriando la bandera, entregando la ofrenda floral; parecían hasta postales extraídas de otro día puesto que nadie que hubiese estado ahí, diría que son la síntesis del acto. El gobierno sigue viendo la foto que quiere ver.

Hace más de 200 años, a Güemes, el héroe popular, lo herían de muerte en una emboscada, para que la élite gobernara por más de 200 años. Parece que la historia tiene sus vueltas y revanchas; y esta vez, en una pueblada, en nombre de Güemes, la emboscada es la propia elite, hoy conducida por Gustavo Sáenz.

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